Venerable Fray Pedro Urraca y la Sierva de Dios Sor Lucía Guerra de la Daga
- Jardín Peruano
- 7 ago 2021
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 9 jul 2022
𝑬𝒍 𝑷𝒂𝒅𝒓𝒆 𝑼𝒓𝒓𝒂𝒄𝒂 𝒚 𝒔𝒖𝒔 𝒉𝒊𝒋𝒂𝒔 𝒆𝒔𝒑𝒊𝒓𝒊𝒕𝒖𝒂𝒍𝒆𝒔
Tenía el Siervo de Dios, una Cruz muy grande ante la cual oraba frecuentemente y la cargaba en la noches haciendo el Vía Crucis, este pues la adornaba con una reliquia de un Lignum Crucis, creyéndose indigno de tener tan preciada reliquia, pidió licencia a sus superiores a fin de disponer de ella para que le dieran el culto merecido. Creyó pues conveniente, el regalarlo a un monasterio donde tenía muchas hijas espirituales (según el libro Las Almas del Purgatorio, Diario de una Mística Negra, una de estas Hijas fue la Venerable Madre Ursula de Jesús del Monasterio de Santa Clara a quien le regalo una Cruz para que practicará el Vía Crucis), entonces mediante una profunda oración se le rebeló mediante una visión: Vio la dicha reliquia llena de muchas resplandores celestes, cerca de ella muchos ángeles con pequeñas cruces blancas que llegaban hasta la presencia de la Santísima Trinidad, bajaron otra vez vestidos de blanco con dirección al Monasterio de Santa Catalina de Siena. Llegados las puertas de la Iglesia se abrieron para recibir a tan majestuosa procesión. Tres veces se repitió esta visión, por lo cual el Padre entendió que el Monasterio de Santa Catalina sería quien recibiría la bendita reliquia; al día siguiente después de celebrar llamó a la Madre Priora Sor Lucía Guerra de la Daga, mujer tan Santa y venerable de la época, a quien Rosa de Santa María le reveló años atrás ser la fundadora del Monasterio de Santa Catalina y así fue. El Padre Urraca le comentó lo visto en su visión y sin más que esperar hicieron los preparativos para recibir la reliquia.
Recibió el Monasterio con mucha alegría mediante una procesión cantando el Te Deum y la depositaron en un altar en el Coro Bajo, en donde es venerada con mucha devoción hasta estos días.

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